Este pequeño relato está contenido en el apartado "Otras cosas" de la revista nº8 de Aleceia.
Cuando las musas cogen vacaciones
Erase una vez que se era, un joven escritor, que tras el gran éxito de su última obra, no conseguía empezar una nueva novela.
El joven se desesperaba, porque ninguna idea original se le ocurría, y todo lo que a su mente llegaba había sido ya usado, o no tenía el suficiente encanto.
El escritor, hizo uso de todos los trucos del "manual del buen novelista", para estos casos: quedarse a oscuras un día entero; pasarse toda una jornada en los bares; observar a los transeúntes, ir; venir; estar, no estar,..., pero nada le daba resultado, ninguna idea, ninguna imagen, ningún sucedido le parecía novedoso, interesante, como para desarrollar siquiera diez páginas de un breve cuentecillo.
Fueron pasando los días, y la preocupación fue dando paso a la desesperación. Más que observar su alrededor, parecía dirigirles grandes vistazos, devorando toda la información que le llegaba, tratando de atisbar entre todos los datos uno que se presentar de forma diferente, atractivo, digno de convertirse en novela, ensayo, cuento o historieta...., pero ni el cantar de los pájaros, ni el rumor del viento en los árboles, ni la sonrisa contagiosa de los niños en sus juegos, lograba despertar su imaginación. La única respuesta de su cerebro ante tal atracón de imágenes, fue un encefalograma plano, plano, plano...
Así vencido por la desesperación, y frustado en todo su ser, agotado de engullir vivencias y herido su orgullo de escritor, se desplomó en su sofá y se abandono a una ensoñación tranquila, serena, donde una voz le contó en un susurro, como un joven escritor no conseguía comenzar su siguiente novela, los esfuerzos que realizó para conjurar las musas, y como al final triunfo con su novela "CUANDO LAS MUSAS COGEN VACACIONES".
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