INFINITA PRESENCIA
El mar, siempre el mar; rumor de caracolas en sus oídos.
En sus recuerdos más íntimos, siempre el mar; alegre cascabel en sus manos.
En sus risas quinceañeras, siempre el mar; transportando futuros en la espuma.
El mar, siempre el mar; pasado, presente y futuro; bien en forma de aterciopelada alfombra, cuando la vida cansa y huye al refugio de su manto sonoro y su fino tacto de miles de años.
Siempre el mar, convertido en mudo testigo de caprichosos Cupidos y dolorosos desencantos, envolviendo a la desmayada luz de La Luna deseos, amores y odios.
El mar, siempre presente en su vida, como cuando aquellas dos pequeñas estrellas azules, recién llegadas al mundo, iluminaron su corazón y pronunció su nombre “Mar”.
El mar, siempre el mar, compañero de sus noches y fiel aliado en sus días; lugar donde poder volver, amigo de abrazo seguro, refugio de penas y alegrías.
El mar. Siempre el mar.
Y cuando despierta de sus ensoñaciones, la realidad le pregunta:
- ¿Y tú, cuándo fuiste mar?
Eva Laca
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