A UN VILLANO
Callejero que atas tus zapatos
al borde de la acera.
Ciempiés de ciudad,
que retornas
a la falda de la sierra.
Luciérnaga poderosa,
que imitas a la Luna,
candente paseante
entre escaparates y amapolas.
¡Conócete a ti mismo,
apoyándote en el quicio de la puerta;
patalea donde puedas
y balbuce entre reyes sin coronas!.
Casi a diario
proclamas la libertad,
hojalata de una vida a pedazos,
precipicio austero
del caminante reacio.
¡Pon tu mano en la llaga,
y reconócete como un villano!.
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