Mujeres,
mujeres y mujeres.
Un sopor, un despertar vacilante, un
entreabrir los ojos, una fiebre que va pasando. Allí hay una sonrisa femenina:
“¿estás mejor, se te pasa?”. Enseguida vendrá algo, un ponche, un dulce, un
remedio. Y abrigarte, arroparte. La mujer está allí
Soplan
aires de fiesta y de verano. Se sueña con una sonrisa, con un cantar nocturno,
con un baile hasta el amanecer, con un vestido esplendoroso y unos labios
sensuales: Allí está la mujer.
Compañera y pasión, vida y ensueño, luna de la vida que nos explota.
A esta chica le crece el
vientre: Allá vamos: médico y comadrona. Sí, sí, esta chica tiene algo por ahí
dentro, que nacerá y llorará nos
sobrevivirá, y nos hará ir al colegio-otra vez-y nos mantendrá despiertos
muchas noches. Con nosotros estará esa compañera de la noche de fiesta. La
mujer está allí.
Vendrán
más años y más vida. Iremos a los trabajos. Mil varones soñadores: “haremos
esto, lo otro, lo de más allá”. Alguien precisará: “¿Cuándo lo haremos, cómo,
con qué medios, cuánto costará? Y el proyecto, desperdigado, se hará realidad.
Se hará cosa. Seguro que ese alguien es mujer.
La
vida sigue inexorable (afortunadamente). Las canas señorean los cabellos y las
entradas se hacen anchas y numerosas. Van fallando las fuerzas y ella sigue en
su puesto: sonriente y vigilante, observadora y prudente, callada y habladora,
abuela y compañera. Compañera siempre.
Mujeres,
mujeres y mujeres: la vida toda.
Valerio de la Hoz
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