viernes, 22 de junio de 2012

"La cancela" de Inmaculada Jimenez Montero



Abrí la cancela mohosa que daba al patio.
Ese sonido arañado por el viento,
me devolvió cuarenta años de olvido.
Abrí la cancela y vi el mismo paisaje
dónde todo creció a su antojo.

El árbol seco y paciente
me habló del aire y del aroma
que le robé hace cuarenta años
cuando una gota de tinta
cayó en la tierra y quedó convertida en roca.

Hoy, vuelvo a cerrar la cancela
y presiento que me traje lo más sublime
de aquel patio prendido en mí memoria.

Aquello por lo que respiro.
Lo único que me salva de la locura:
La poesía.


"Obsesión" de Eva María Laca


El Sol despierta y una suave brisa anuncia calor al mediodía. Al reloj  hace unos minutos que  lo mandaron callar, pero Luís permanece colgado del techo.

El codo amoroso de Carmen le recuerda que tiene que levantarse. Pesadamente inicia el día con una única idea en su mente.

Una ventana le detiene más de lo establecido en un semáforo, y un claxon impaciente le obliga a seguir, sin que pueda retener nítidamente aquella posible solución.

En el trabajo, como en los días anteriores, continúa dándole vuelta a aquel pensamiento único, del que no puede deshacerse ni siquiera en el desayuno, y se ve deambulando por las calles cercanas a la oficina observando furtivamente cada una de las ventanas que salen a su paso.

Desde que hace unas semanas viera su cara aparecer, con su sonrisa bobalicona y su voz suave y burlona, sólo le mueve una cosa. "que no vuelva".

Sus apariciones son intermitentes, inesperadas y  fantasmales. Sin horarios. Lo mismo por la tardes, que a la mañana; que en fin de semana, que en festivo. Cinco días seguidos o dos sin venir.

Su mujer no comprende su agobio. Se ha ganada el apodo de "exagerado" en el trabajo, y con los amigos es la broma del momento.

Todos le recomiendan paciencia, sentido del humor y mucha, mucha mano izquierda

¡¿Mano izquierda?!
Luís no quiere eso.
Ni tener paciencia.
Ni sonreír mientras aprietas sus puños callando así su rabia.
Luís quiere tranquilidad.
Quiere sentarse en su sofá y no temer las sombras que proyecta la ventana.
No quiere saltar cada vez que oye voces en el patio.
Quiere leer o ver la tele, o simplemente estar, sin que su estomago se encoja cada vez que siente pasos fuera. 
Eso es. Luís le quiere "fuera". Fuera y lejos. Fuera de su casa y lejos de su vida.


Desde aquella tarde en que su vecino, pesado, incordiante y molesto vecino, asomara su cara por la ventana del salón, con el inocente pretexto de saludar, y volviera al día siguiente, y al otro y otro,...sin fin...

Desde aquella tarde, donde el saludo mudara a desagradable interrogatorio...

Desde aquella tarde en que su vida se convirtiera en un temor constante...

Desde aquella tarde, Luís sólo tiene un pensamiento: encontrar la reja que lo separe lo más posible del "tocapelotas de su vecino".


viernes, 8 de junio de 2012

"Nubes de Viento" de Eva María Laca





Nubes de viento recorren el cielo. Yo las sigo en su celeste recorrido. Vuelo alto, tan alto que desaparezco. Y me siento libre, nueva, sin ataduras, sin memoria, sin conciencia. No soy yo, soy un deseo, mi deseo.


Soy gaviota viajera que posa su sombra en el Rayo Verde de un postrero atardecer africano. Me confundo con la fria arena desértica y acomodo mi paso al eco remoto de una caravana lejana.


Azul embozo, azul noche, azul bereber. El ritmo de esa lengua extraña me eleva al cielo y del ala de la veloz golondrina saludo al Mare Nostrum. Desciendo con la suavidad de mil plumas sobre los brazos de Hércules.


Un ola de blanca espuma y dulce sal traspasa los límites y se pierde en el infinito azul. La sigo asida a las crines de un hipocampo dorado, y nos dejamos conducir hacia ignotas islas, donde juguetonas ninfas me descubren las verdades de La Atlántida.


Sobre el lomo azabache de una orca, recorro el Mar de la Calma Eterna, y confundidos por la sutil telaraña de ecos pasados pisamos las blancas arenas de Ítaca. La dulce melodía que la envuelve me cuenta historias jamás imaginadas.


Morfeo me halla acunada entre los circulos concéntricos de una enorme caracola al son de una nana marinera.


El primer rayo naciente me devuelve a casa, donde el cielo está poblado de nubes de viento.

                                                     Eva María laca 



jueves, 7 de junio de 2012

A una novia, de Marisol Dorado

                                                                                                             Marc Chagall



A Cristina Abolacio Bosch en el día de su boda, Felicidades.




Encaje blanco para vestir tu sueño,
menudo paso,
alegre cadencia, que en su mirada,
promete un verso.

Mañana, verbo de amor sereno,
adverbio de tiempo,
temprana llave
que abre tu corazón tierno.

Novia hermosa que rivaliza
robando al mar su suave brisa
y lanza al viento,
cubierto de estrellas,
su etéreo velo.

Encaje blanco para soñar despierta,
eterna promesa,
alado cielo,
temblor que arrebata
de tu boca un beso.


Marisol Dorado Villanueva
9 de Junio de 2012
                                                                                                                   Marc Chagall

"Busquemos" de Rosa Mari Carrasco



 Busquemos entre el mimbre,
 arropado al lado de una nota musical,
 el olor casual del musgo atrapado,
 el ladrido inoportuno de un fantasma añadido,
 la página desprendida del diario oculto
 de una adolescente.

 Busquemos esa aguja entre la paja,
 el algodón blanco en las manos de un niño,
 la plata fina de la tetera entreabierta,
 las posibles formas de llevarte en el bolsillo.

¿Por qué buscar si no quieres ser encontrado?
¿Por qué leer, si subyace en el infinito?
¿Dar lustre sin querer dar candela?

Busquemos en la palabra buscar,
para cerrar lo que ya estaba cerrado,
cierras sin buscar, lo que buscando no
lo habrías encontrado.




                                             Rosa Mari Carrasco