viernes, 22 de junio de 2012

"Obsesión" de Eva María Laca


El Sol despierta y una suave brisa anuncia calor al mediodía. Al reloj  hace unos minutos que  lo mandaron callar, pero Luís permanece colgado del techo.

El codo amoroso de Carmen le recuerda que tiene que levantarse. Pesadamente inicia el día con una única idea en su mente.

Una ventana le detiene más de lo establecido en un semáforo, y un claxon impaciente le obliga a seguir, sin que pueda retener nítidamente aquella posible solución.

En el trabajo, como en los días anteriores, continúa dándole vuelta a aquel pensamiento único, del que no puede deshacerse ni siquiera en el desayuno, y se ve deambulando por las calles cercanas a la oficina observando furtivamente cada una de las ventanas que salen a su paso.

Desde que hace unas semanas viera su cara aparecer, con su sonrisa bobalicona y su voz suave y burlona, sólo le mueve una cosa. "que no vuelva".

Sus apariciones son intermitentes, inesperadas y  fantasmales. Sin horarios. Lo mismo por la tardes, que a la mañana; que en fin de semana, que en festivo. Cinco días seguidos o dos sin venir.

Su mujer no comprende su agobio. Se ha ganada el apodo de "exagerado" en el trabajo, y con los amigos es la broma del momento.

Todos le recomiendan paciencia, sentido del humor y mucha, mucha mano izquierda

¡¿Mano izquierda?!
Luís no quiere eso.
Ni tener paciencia.
Ni sonreír mientras aprietas sus puños callando así su rabia.
Luís quiere tranquilidad.
Quiere sentarse en su sofá y no temer las sombras que proyecta la ventana.
No quiere saltar cada vez que oye voces en el patio.
Quiere leer o ver la tele, o simplemente estar, sin que su estomago se encoja cada vez que siente pasos fuera. 
Eso es. Luís le quiere "fuera". Fuera y lejos. Fuera de su casa y lejos de su vida.


Desde aquella tarde en que su vecino, pesado, incordiante y molesto vecino, asomara su cara por la ventana del salón, con el inocente pretexto de saludar, y volviera al día siguiente, y al otro y otro,...sin fin...

Desde aquella tarde, donde el saludo mudara a desagradable interrogatorio...

Desde aquella tarde en que su vida se convirtiera en un temor constante...

Desde aquella tarde, Luís sólo tiene un pensamiento: encontrar la reja que lo separe lo más posible del "tocapelotas de su vecino".


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